jueves, 5 de enero de 2017

Trabajando el Modernismo en 4º de ESO
(Pequeña selección de textos para reforzar la teoría) 


 "Sonatina", de Prosas profanas, de Rubén Darío.


"La princesa está triste... ¿Qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
La princesa está pálida en su silla de oro,
está mudo el teclado de su clave sonoro,
y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor.

El jardín puebla el triunfo de los pavos reales.
Parlanchina, la dueña dice cosas banales,
y vestido de rojo piruetea el bufón.
La princesa no ríe, la princesa no siente;
la princesa persigue por el cielo de Oriente
la libélula vaga de una vaga ilusión.

¿Piensa, acaso, en el príncipe de Golconda o de China,
o en el que ha detenido su carroza argentina
para ver de sus ojos la dulzura de luz?
¿O en el rey de las islas de las rosas fragantes,
o en el que es soberano de los claros diamantes,
o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?

¡Ay!, la pobre princesa de la boca de rosa
quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,
tener alas ligeras, bajo el cielo volar;
ir al sol por la escala luminosa de un rayo,
saludar a los lirios con los versos de mayo
o perderse en el viento sobre el trueno del mar.

Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata,
ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata,
ni los cisnes unánimes en el lago de azur.
Y están tristes las flores por la flor de la corte,
los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte,
de Occidente las dalias y las rosas del Sur.

¡Pobrecita princesa de los ojos azules!
Está presa en sus oros, está presa en sus tules,
en la jaula de mármol del palacio real;
el palacio soberbio que vigilan los guardas,
que custodian cien negros con sus cien alabardas,
un lebrel que no duerme y un dragón colosal.

¡Oh, quién fuera hipsipila que dejó la crisálida!
(La princesa está triste. La princesa está pálida.)
¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil!
¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe,
(La princesa está pálida. La princesa está triste.)
más brillante que el alba, más hermoso que abril!

-«Calla, calla, princesa -dice el hada madrina-;
en caballo, con alas, hacia acá se encamina,
en el cinto la espada y en la mano el azor,
el feliz caballero que te adora sin verte,
y que llega de lejos, vencedor de la Muerte,
a encenderte los labios con un beso de amor."

"Responso a Verlaine", de AZUL..., de Rubén Darío.  

"Padre y maestro mágico, liróforo celeste
que al instrumento olímpico y a la siringa agreste
diste tu acento encantador;
¡Panida! Pan tú mismo, con coros condujiste
hacia el propíleo sacro que amaba tu alma triste,
¡al son del sistro y del tambor!

Que tu sepulcro cubra de flores Primavera,
que se humedezca el áspero hocico de la fiera
de amor si pasa por allí;
que el fúnebre recinto visite Pan bicorne;
que de sangrientas rosas el fresco abril te adorne
y de claveles de rubí.

Que si posarse quiere sobre la tumba el cuervo,
ahuyenten la negrura del pájaro protervo
el dulce canto de cristal
que Filomela vierta sobre tus tristes huesos,
o la armonía dulce de risas y de besos
de culto oculto y florestal.

Que púberes canéforas te ofrenden el acanto,
que sobre tu sepulcro no se derrame el llanto,
sino rocío, vino, miel:
que el pámpano allí brote, las flores de Citeres,
¡y que se escuchen vagos suspiros de mujeres
bajo un simbólico laurel!

Que si un pastor su pífano bajo el frescor del haya,
en amorosos días, como en Virgilio, ensaya,
tu nombre ponga en la canción;
y que la virgen náyade, cuando ese nombre escuche
con ansias y temores entre las linfas luche,
llena de miedo y de pasión.

De noche, en la montaña, en la negra montaña
de las Visiones, pase gigante sombra extraña,
sombra de un Sátiro espectral;
que ella al centauro adusto con su grandeza asuste;
de una extrahumana flauta la melodía ajuste
a la armonía sideral.

Y huya el tropel equino por la montaña vasta;
tu rostro de ultratumba bañe la Luna casta
de compasiva y blanca luz;
y el Sátiro contemple sobre un lejano monte
una cruz que se eleve cubriendo el horizonte
¡y un resplandor sobre la cruz!"

"A Roosevelt", de Cantos de vida y esperanza, de Rubén Darío


"¡Es con voz de Biblia, o verso de Walt Whitman,
que habría que llegar hasta ti, Cazador!
¡Primitivo y moderno, sencillo y complicado,
con un algo de Washington y cuatro de Nemrod!
            
Eres los Estados Unidos,
eres el futuro invasor
de la América ingenua que tiene sangre indígena,
que aún reza a Jesucristo y aún habla en español.
Eres soberbio y fuerte ejemplar de tu raza;
eres culto, eres hábil; te opones a Tolstoy.
            
Y domando caballos o asesinando tigres,
eres un AlejandroNabucodonosor.
(Eres un profesor de energía
como dicen los locos de hoy.)
Crees que la vida es incendio
que el progreso es erupción;
en donde pones la bala
el porvenir pones.
            
No.
Los Estados Unidos son potentes y grandes.
Cuando ellos se estremecen hay un hondo temblor
que pasa por las vértebras enormes de los Andes.
Si clamáis se oye como el rugir del león.
Ya Hugo a Grant lo dijo: Las estrellas son vuestras.
(Apenas brilla, alzándose, el argentino sol
y la estrella chilena se levanta...) Sois ricos.
Juntáis al culto de Hércules el culto de Mammón
y alumbrando el camino de la fácil conquista,
la Libertad levanta su antorcha en Nueva-York.
            
Mas la América nuestra, que tenía poetas
desde los viejos tiempos de Netzahualcoyotl,
que ha guardado las huellas de los pies del gran Baco,
que el alfabeto pánico aprendió;
que consultó los astros, que conoció la Atlántida
cuyo nombre nos llega resonando en Platón,
que desde los remotos momentos de su vida
vive de luz, de fuego, de perfumes, de amor,
la América del grande Moctezuma, del Inca,
la América fragrante de Cristóbal Colón,
la América católica, la América española,
la América en que dijo el noble Guatemoc:
Yo no estoy en un lecho de rosas; esa América
que tiembla de huracanes y que vive de amor;
hombres de ojos sajones y alma bárbara, vive.
            
Y sueña. Y ama, y vibra; y es la hija del Sol.
Tened cuidado. ¡Vive la América española!
hay mil cachorros sueltos del León Español.
Se necesitaría, Roosevelt, ser por Dios mismo,
el Riflero terrible y el fuerte Cazador,
para poder tenernos en vuestras férreas garras.
Y, pues contáis con todo, falta una cosa: ¡Dios!"     



ACTIVIDAD VOLUNTARIA

         El siguiente poema ha aparecido publicado bajo el nombre de Rubén Darío, pero son muchos los estudiosos que lo cuestionan. Investiga acerca de su autoría y elabora un texto en el que traces una pequeña biografía del supuesto y auténtico autor o autora. 

 
"Llueve. Negras nubes cubren el cielo azul
y ocultan el sol,
la luz, que, iluminando y calentando los cuerpos, calienta
e ilumina las almas.
Hace frío; hay oscuridad. También hay frío en el corazón y nieve en el alma.
El invierno crudo, con sus nieves y el cierzo que azota, marchita las flores.
En invierno, los días son oscuros como las noches.
En el sepulcro reina la eterna noche.
Cuando hay dulce tristeza, se duerme, y entonces se
sueña y son rosados los sueños.
En la tumba, donde también se duerme,
¿como serán,
¡oh Dios!, los sueños? Cuando se despierta,
se sonríe al recuerdo de las delicias
que vimos en el reposo. Luego,
se frunce el ceño y se nubla la frente, estamos junto a la realidad, los sueños fueron sueños nada más.
En la tumba, ¿no hay despertar? ¿No vienen tras forjadas ilusiones, hirientes realidades? ¿No habrá perfumes de flores, brillo de estrellas, luz de aurora, risas angélicas,
calor celestial en el espíritu? ¡Oh!, las almas no tienen, de seguro, nieblas invernales, flores marchitas, nubes que oculten los luceros, borrascas que despedacen las barquillas, espinas ni dardos para el corazón, ni zarzas
que arranquen las plumas de sus palomas inocentes.
En el mundo, después de la tibieza del sol en el día y los resplandores plateados de la luna, los rayos luminosos de las estrellas y los dulces rumores en las noches de la primavera y el estío, viene el invierno. ¡El invierno que da frío y que marchita las flores y las ilusiones y con ellas
la vida!
El invierno es triste,
es sombrío para los que no tienen
calor que conforte el cuerpo y alegres ilusiones
que animen el alma.
Pero bendito eres, viejo invierno, cuando se oye caer
la lluvia con lentitud, y la niebla densa nos rodea, y el frío llega con esa perezosa indolencia que nos invade, en tanto que, envueltos en suaves pieles, sentimos la luz que a la naturaleza falta, en el alma, y la primavera que se
aleja, en el corazón.
Oímos cantar a los pájaros, zumbar las abejas, mecerse en su tallo, graciosas, las azucenas, aspiramos el perfume de los heliotropos y los jazmines, escuchamos el rumor de la brisa en los altos árboles y vemos el rocío perlado que humedece la verde grama. Todo eso,
dentro del corazón.
¿Hay nieve?
¡Bien venida! ¡Cómo se va a blanquear esa lluvia
de plumas de cisne!
¿Hay frío?
No se siente; dentro del pecho hay una hoguera
que da vida, calor, luz.
¿Está todo mustio, marchitas las rosas,
sin hojas los árboles?
El alma está sonriendo. Allí hay flores cuyo perfume embriaga, allí nacen, crecen y son bellas, divinas plantas, hay allí música, armonía, versos, que animan, mientras con los ojos medio cerrados soñamos y alcanzamos ver, tras el manto gris del cielo, el rosa y azul de la aurora, con su sonrisa cepuscular.
Hace frío y llueve y nieva. Al teatro, al baile, donde mil y mil luces brillan. En las chimeneas arde el fuego; la música vibra triunfante, y en medio de las risas juguetonas , se bailan los valses que dan vértigo, en tanto que las ilusiones vuelan y giran como locas mariposas. Los ojos brillan negros y profundos unos, azules y tiernos otros, y los labios rosados se agitan murmurando las dulces palabras. Y se oye caer la lluvia, y a la luz de los faroles se ve la nieve como una sábana de plata,
y se dice en tanto:
-¡Qué bello! Sí, es muy bello así el invierno.
Qué horrible cuando se siente en el corazón y reina en el alma, y nos trae el frío que mata. Pasa y vuelve la primavera, y él aún no se aleja.
Pero cuando las rosas no se marchitan
y las mariposas
no dejan de volar, en el jardín del ensueño,
es hermoso
ver blanquear los techos, ver los árboles sin hojas y
el cielo plomizo. Alegre, acaricia el oído el ruido
acompasado de la lluvia.
¡Bendito seas, viejo invierno!"
     

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