LA LITERATURA ESPAÑOLA DEL SIGLO XVIII
INTRODUCCIÓN:
E
|
l siglo
XVIII ha sido siempre sometido a un gravísimo desinterés por parte de nuestros
críticos literarios. Sí es cierto que hay una gran disminución en cuanto a
número y calidad en la creación literaria de finalidad puramente estética a
favor del utilitarismo, pero la literatura utilitaria sigue siendo literatura y
por lo tanto se merece tanto interés como el siglo XVI o el XVII. El título de
este tema es probablemente el más complicado de todo el temario, pues agrupa
toda la literatura de un siglo en vez de repartirla a lo largo de varios temas,
ya sea por géneros o por autores, así, la síntesis a realizar es tan abrupta
que probablemente tenga que limitarme a nombrar a algunos autores (o
situaciones específicas) sin centrarme en ellos, aunque resulte injusto.
A lo largo del siglo XVIII se
produce en España el fenómeno ilustrado, antirrevolucionario y de inspiración
cristiana, con la guía de la razón y nuevos métodos de trabajo (observación,
investigación y experimentación).
Sin duda, el aspecto más característico de este movimiento es el
espíritu crítico. Frente al pensamiento teológico que había predominado en
siglos anteriores, se impone ahora el pensamiento filosófico y el conocimiento
se adquiere a través de la razón y la experiencia. Este período cultural, que
abarca todo el siglo XVIII, se manifestará como rococó, neoclasicismo y
prerromanticismo. Las directrices van a ser: la defensa de lo racional frente a
lo sentimental, la defensa de las unidades clásicas (sobre todo en teatro), y
sobre todo, el fin docente del arte.
1. PROSA:
1.
LA PRENSA: es en el siglo XVIII
cuando surge el deseo de difundir opinión, así surgirá el periodismo. La prensa
tiene un papel muy importante en el siglo de las luces porque permite que la
información o la opinión, llegue a mucha gente.
a)
Etapa primera: hasta 1758.
Los periódicos de interés son Diario de los literatos de España y el Mercurio Literario.
b)
Etapa segunda: desde 1758,
año en el que Francisco Mariano Nifo
saca a la luz el Diario
Noticioso, Curioso, Erudito y Comercial, público y económico.
Después, en 1760, Cajón de Sastre (de mayor importancia literaria); en 1763, Diario Extranjero,
sobre literatura europea, etc. Nifo es el gran divulgador, el creador de la
prenda diaria en España.
c)
Etapa tercera: entre 1781
y 1787 se publicó El Censor como la gran revista de ideas, debate y órgano de
expresión de los ilustrados. Es un periodismo de crítica global, que ofrece la
panorámica completa del pensamiento ilustrado.
2.
BENITO JERÓNIMO FEIJOO Y EL PADRE SARMIENTO:
El padre Feijoo tiene mucha importancia dentro del siglo XVIII porque consiguió
integrar el pensamiento de la Iglesia y el nuevo espíritu científico. Él fue
quien inició el género del ensayo apoyándose en la tradición de Montaigne.
De 1725 es su Carta apologética
de la medicina escéptica del doctor Martínez, obra a favor de la medicina
experimental y en contra de Bernardo López de Araujo y Alcárraga.
El Teatro Universal fue publicado entre 1726 y 1729. Se trata de ciento dieciocho
discursos sobre temas variados (temas como la superstición o la pureza
religiosa, pero también temas políticos, científicos y filosóficos), con
voluntad crítica, finalidad didáctica, deseo de proyección social y actitud
innovadora. El padre Feijoo contribuyó a difundir ideas tan fundamentales como
la dignificación del trabajo, el utilitarismo, el pacifismo como elemento
favorable a la economía, el menosprecio de la nobleza hereditaria y ociosa,
etc.
El padre Feijoo fue el defensor de la nueva fe ilustrada al hacer
compatibles ciencia y religión.
Su estilo no es uno solo, sino varios que se suceden en una búsqueda
continuada pero de gran espontaneidad. Su propósito único fue el de comunicar
con amenidad.
El padre Sarmiento
(Pedro José García Balboa) escribió obras en la misma línea que el padre
Feijoo, así destacamos Memorias para la
historia de la poesía y de los poetas españoles, Escritos filológicos y La educación de los niños. El aspecto
más interesante que trata es la educación como única posibilidad de progreso
nacional.
3.
IGNACIO DE LUZÁN:
Es el controvertido autor de la Poética,
publicada en 1737. Obra formada por cuatro libros. En el primero nos habla de
las cualidades geniales de los autores clásicos y recuerda el proceso de la
literatura hasta llegar a sus corruptores: Lope, Gracián y Góngora. En el
segundo libro ahonda en la utilidad que debe tener toda obra, utilidad en forma
de verosimilitud y claridad. El libro tercero trata sobre el problema de las
unidades de tiempo, lugar y acción (los ilustrados querían mantenerlas en
contra de los preceptos lopescos que tanto habían triunfado en el siglo
anterior); defiende además un tono docente, que es en realidad el deseo de
crear un teatro con una preocupación intelectual. En el cuarto libro se dedica
a analizar las grandes epopeyas griegas y latinas.
Sus
fuentes principales son los preceptistas clásicos: Aristóteles y Horacio.
4.
LA PROSA SATÍRICO - NOVELESCA:
a)
EL PADRE ISLA: José
Francisco de Isla es el gran satírico del siglo XVIII. Su capacidad polémica y
su sarcasmo es desbordante y hasta despiadado en ocasiones. Citemos como ejemplos Las cartas de Juan de Encina, obra escrita contra los métodos
curativos de los cirujanos sangradores; y su obra maestra: Historia
del famoso predicador Fray Gerundio de Campazas, alias Zotes (el gran
orador satirizado es Fray Hortensio Paravicino), publicada en dos partes y bajo
el nombre de un amigo: Francisco Lobón de Salazar. Se trata de una obra que
ataca a la excesiva retórica y la mala formación de los clérigos. Pretende
combatir un estilo literario y una manera de ser y pensar retórica y enfática.
Esta obra es una novela satírica en torno a un mal predicador, pero encierra
una parte didáctica y escenas de costumbres.
b)
DIEGO DE TORRES
VILLARROEL: este ilustrado se sitúa en el pasado para analizar el presente y su
estilo es muy cercano de Quevedo. Escribió Visiones
y visitas de Torres con don Francisco de Quevedo por la corte (1727 –
1728), que se trata de una sátira social, con influencia de los Sueños de
Quevedo, que ofrece una documentada panorámica de las costumbres y oficios
españoles de su tiempo. Utiliza todos los elementos que le puedan servir para
satirizar y caricaturizar a sus personajes. Otra obra de Torres es La barca de Aqueronte, donde vuelve a
usar el sueño como procedimiento de análisis de la realidad social.
5.
LA PROSA SATÍRICO – NOVELESCA:
a)
JOSÉ CADALSO: es uno de
los críticos más importantes de su siglo. Escribió obras como Los eruditos a la violeta, de 1772, obra
dedicada a quienes pretenden saber mucho estudiando poco. Es muy probable que
tomara como fuente para esta obra La
culta latiniparla, de Quevedo.
Su sátira se basa en la ironía
que hay en las lecciones de petulancia y vanidad que el maestro da a sus
discípulos.
Su mejor obra, Las
cartas marruecas, comenzaron a ser redactadas hacia 1768, pero se
publicaron en 1789. Se trata de la correspondencia entre tres personajes: Nuño,
Gazel y Ben – Beley (todos son Cadalso). A través de esta ficción, el extrañamiento
de un forastero árabe y musulmán, critica las costumbres de su propio país. El
tema central es España: el carácter español, la historia, la enseñanza, el
atraso de las ciencias, la inutilidad y ociosidad de los nobles, el abandono de
la agricultura, el inmovilismo, etc. Y
también hay temas de corte costumbrista; así, aparecen los toros, las modas en
el vestir, en el hablar, etc.
Destacar también Noches
lúgubres, con el tema de la “difunta pleiteada”, que es una elegía en prosa
poética con elementos que la hacen cercana al romanticismo: mezcla de géneros,
tono doliente y subjetivo y ambientes nocturnos y sepulcrales.
b)
GASPAR MELCHOR DE
JOVELLANOS: vinculado a ciudades como Sevilla, Madrid y Gijón con cargos tan
importantes como Alcalde del Crimen de la Audiencia y Alcalde de la Casa y Corte, pudo frecuentar
los círculos literarios e intelectuales más importantes de cada ciudad. Aparte de su obra poética y dramática (que ya
veremos más adelante) escribió obras como el Discurso de ingreso en la Academia de la Historia, Elogio
de Carlos III o El informe sobre la
Ley Agraria. En la obra citada en segundo lugar, analiza las ideas
reformadoras del despotismo ilustrado y defiende el siglo XVI. En EL informe
sobre la Ley Agraria expone sus ideas, que se basan en el rechazo de la
intromisión del Estado en la economía, la utilización de baldíos y tierras
comunales, la abolición de muchos privilegios de la Mesta y la desamortización
civil y eclesiástica. Es una obra muy compleja, síntesis de su pensamiento político
– social y reformador, de sus ideas históricas sobre las causas de la
decadencia española y sus planes como educador.
Sus preocupaciones también se dirigieron hacia las
Bellas Artes y así escribió Elogio de las
Bellas Artes y Elogio de Ventura
Rodríguez, arquitecto mayor de la Corte.
Su Epistolario
y sus Diarios también resultan muy
interesantes.
2. LA LÍRICA:
1. LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO:
Los siglos XVII y XVIII se unen
en cierto barroquismo adaptado a una sensibilidad más mórbida y menos solemne,
se trata del Rococó. Un rasgo principal de la literatura dieciochesca es la
ruptura de los límites entre la poesía y la prosa (fenómeno que afecta tanto a
la poesía como a la rosa lógicamente), no se trata de una bandera de libertad
poética, sino de la búsqueda del carácter utilitario que se le da al verso o a la prosa en un
determinado momento.
Dentro del estilo Rococó,
que un sector de la crítica ha llamado “movimiento de transición”, destacaron
figuras como el Conde de Torrepalma y José Antonio Porcel y Salablanca. Ambos
escribieron (entre otras obras) poesía mitológica, así, el primero gozó de fama
gracias a su poema Deucalión, de 1770
(que es una amplificación del libro I de las Metamorfosis de Ovidio). En el caso de Porcel y Salablanca
destacaremos su poema Adonis. En
ambos aparecen los motivos típicos del Rococó: la miniaturización de los
objetos y escenas hasta convertirlos en cuadros decorativos, el tono íntimo
plagado de diminutivos, etc.
2.
AUTORES DE MEDIADOS DEL SIGLO:
Avanzando el siglo nos vamos adentrando cada vez más en el Neoclasicismo y en los principios de
Ignacio Luzán plasmados en su Poética,
donde encontramos los dos principios fundamentales del Neoclasicismo:
aspiración al ideal estético clásico y la búsqueda de perfección formal (a
través de la imitación de la naturaleza) con una doble finalidad: utilidad y
deleite.
Es enmarcado en esta situación donde encontramos a Nicolás Fernández de Moratín, capitaneando al grupo
literario madrileño, con ilustrados como Cadalso, Iriarte, Conti o Signorelli.
A pesar de la apasionada defensa de Moratín del neoclasicismo, lo mejor de su
lírica es de carácter nacional y tradicional, así debemos destacar su Fiesta de toros en Madrid y Oda a Pedro Romero, torero insigne.
También mencionar, con reminiscencias del romancero tradicional, Romances moriscos.
3.
DESDE 1770 EN ADELANTE:
Más jóvenes que los antes citados son los miembros del grupo
salmantino, grupo que desarrolla su actividad literaria a partir de 1770. La
fecha clave es 1776, que es cuando Jovellanos les escribió desde Sevilla la Carta de Jovino a sus amigos salmantinos,
carta en la que los exhortaba para que abandonasen la poesía amorosa y
cultivasen otra de enaltecimiento de la patria, los héroes y el bien y la
virtud. Entre estos jóvenes están Meléndez Valdés
(del que hablaremos más tarde), Fray Diego González,
Cadalso por poco tiempo, José Mª Vaca de Guzmán, Pedro Montengón
y Francisco Gregorio de Salas.
Mención importante merecen
también los fabulistas; dos fueron los más importantes:
a)
TOMÁS DE IRIARTE: empezó su labor con un poema didáctico
titulado “La música” (1779). Pese a su fama en el extranjero, en España no fue
bien recibido por las deficiencias de su ritmo y acentuación y su prosaísmo. Sus
Fábulas literarias son de 1782. En
ellas aparecen los principios clásicos y las reglas junto con las enseñanzas
intemporales. Llegó a obsesionarle la claridad y se observa en él una
deliberada contención retórica, que es lo que le acerca al prosaísmo.
b)
FÉLIX MARÍA DE SAMANIEGO:
publicó en 1781 sus Fábulas en verso
castellano. Sigue de cerca los modelos de Esopo, Fedro y sobre todo de La
Fontaigne. Se trata de composiciones satíricas y paródicas con fines
didácticos. También se le acusó de prosaísmo.
LOS
PRINCIPALES POETAS:
A)
JOVELLANOS:
Tuvo un destacado papel como orientador de los jóvenes poetas. Se
caracteriza, así pues, por sus prácticas docentes. La temática amorosa le
parecía poco seria, poco apropiada. Aun así se permitió dos excepciones: la
elegía A la ausencia de Marina y la
primera versión de Epístola desde el
Paular, dedicada a Gracia Olavide, “Enarda”, de cuyo desdén se consuela en
la naturaleza. Vemos en este poema la intimidad del poeta, ambientes otoñales,
tristes y misteriosos, cercanos al Romanticismo. La segunda versión de esta Epístola elimina la parte amorosa y la
sustituye por reflexiones sobre el azar y los peligros del mundo, que le
inducen igualmente a buscar la paz n el retiro de la naturaleza.
Son muy importantes también sus sátiras: Contra las malas costumbres de las mujeres nobles, por ejemplo y su
poesía didáctica y filosófica, formada por un grupo de epístolas dedicadas a
poetas como Meléndez Valdés o Moratín.
B)
JUAN MELÉNDEZ VALDÉS:
Ha sido considerado como el mejor
poeta del siglo XVIII y síntesis de todas las corrientes de su época (poesía
ilustrada, rococó, neoclasicismo y prerromanticismo). Estuvo en contacto con la
escuela salmantina (como ya hemos dicho) y recibió la influencia de Cadalso y
de Jovellanos, posteriormente. A su gran
sensibilidad poética se une su permeabilidad y receptividad literaria.
Escribió numerosas y perfectas anacreónticas, con huellas de Tibulo,
Propercio y Catulo; debemos destacar Los
besos del amor. Una poesía bien distinta es la de sus Epístolas, donde
expone sus ideas de reforma y progreso. Así El
filósofo en el campo (sobre los males del agricultor). Y encontramos algo
parecido en sus Odas: Oda a la verdad, El
fanatismo, etc.
El mérito de Meléndez, en su
época, es el de elevar el estilo poético, evitando lo retórico y el prosaísmo,
tarea muy difícil en aquel siglo XVIII.
C)
LEANDRO FERNÁNDEZ DE
MORATÍN:
Si Meléndez es considerado el
mejor poeta del siglo XVIII, Moratín hijo, es el mejor poeta neoclásico, debido
a la contención y a la elevación de sus asuntos y su estilo.
En su Lección poética. Sátira
contra los vicios introducidos en la poesía castellana, de 1782, censura
los defectos literarios por géneros. Resulta muy interesante. Pero es en sus
sonetos, elegías y odas donde alcanza el ideal neoclásico más perfecto.
D) NICASIO
ÁLVAREZ DE CIENFUEGOS:
Se dice que cuando está cuajando
la Ilustración, una corriente sentimentalista recorre Europa. Podía cuajar
perfectamente este sentimentalismo porque la Ilustración era un movimiento
filantrópico, que lleva a un fuerte sentido de la amistad, y no es difícil que
usasen la sentimentalidad para expresarlo. Así, el Prerromanticismo está representado por Nicasio Álvarez de
Cienfuegos, que realizó una ruptura tanto en el nivel métrico (mayor libertad),
como en el léxico – semántico, donde se hace eco de profundas inquietudes
humanitarias, de fraternidad, de progreso, etc.
La novedad de su lenguaje poético
está en la incorporación de palabras inusuales, arcaicas o neologismos,
creación de sintagmas peculiares y sintaxis entrecortada (entre otros rasgos).
Entre sus obras, destacaremos El
otoño, Mi paseo solitario de primavera y
La rosa del desierto.
4. TRAS LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA:
Destacan poetas como José María Blanco – White,
con una obra lírica elegante y armoniosa y como enlace con la generación
siguiente, el educador y profesor Alberto Lista.
3. EL TEATRO:
Con la Poética de Luzán,
publicada en 1737, comienza la polémica y continúan las censuras que se hacen
contra el teatro barroco español. Los autos sacramentales serán prohibidos en
1765 y Nicolás Fernández de Moratín estrenará La Petimetra como ejemplo de comedia neoclásica (en esta obra se
critica a doña Jerónima, la petimetra, y se usa a María como prototipo de
modelo femenino, como alternativa a la petimetra. Es una obra llena de
pragmatismo y didactismo) y Lucrecia
como ejemplo de tragedia.
1.
LA PERVIVENCIA DEL TEATRO BARROCO:
Un gran número de escritores están haciendo teatro barroco, pero
mencionaré a Antonio Zamora, con su
obra No hay plazo que no se cumpla ni
deuda que no se pague y El convidado
de piedra, versión del Burlador
de Tirso y un paso más en la evolución del mito hacia el personaje; y también a
José de Cañizares , cuya obra
más famosa es El picarillo de España,
señor de la Gran Canaria.
2.
LA TRAGEDIA NEOCLÁSICA:
Se siguió a la tragedia francesa en la estructura dramática, pero los
temas eran históricos nacionales. Aquí destacaron Nicolás Fernández de Moratín con la tragedia Lucrecia, con Hormesinda
y con Guzmán el Bueno, de 1763, 1770
y 1777 respectivamente. Hay que decir que no tuvo éxito.
También José Cadalso entró
en este subgénero dramático con Sancho
García, de 1771, donde la condesa viuda de Castilla está dispuesta a matar
a su hijo por el falso amor de un rey moro.
Ignacio López de Ayala nos dejó una Numancia destruida,
de 1775, que no fracasó del todo y que hace un llamamiento a la unidad y
centralización del poder bajo Carlos III.
Vicente García de la
Huerta escribió la tragedia de mayor interés del
siglo, se trata de Raquel, la
historia de la amante judía del rey Alfonso VIII, asesinada por los nobles del
reino. La tesis del autor es que debe
haber un orden social y una moral social; roto todo por Raquel. Se trata de un
tema ya usado, de hecho las fuentes parecen ser Diamante y Luis Ulloa Pereira;
pero García de la Huerta ha cambiado el final, porque según la tradición, el
rey se venga de sus caballeros tras matar a Raquel, aquí, el rey comprende a
los caballeros y los perdona: un final muy en la línea ilustrada (nunca
castigar con la muerte). Esta obra tiene mucho valor político porque establece
determinados paralelismos con el Motín de Esquilache. Es muy interesante la
evolución de la protagonista, que va de mujer ambiciosa a víctima enamorada. Se
trata de una obra que merece mucho más detenimiento puesto que hay personajes
que representan distintos valores (Rubén es el economista ilustrado y es el
malo; Hernán García con argumentos nobles, etc) Parece ser que García de la
Huerta está defendiendo el papel de la nobleza dentro del Motín.
Cienfuegos también se lanzó a escribir tragedias y nos dejó, entre otras, La condesa de Castilla y Pitaco (parecida a Electra, de Sófocles).
3.
LA COMEDIA:
Tomás de Iriarte escribió en 1783 El señorito
mimado, comedia en la que nos muestra los resultados de la mala educación
de la nobleza en la persona de un joven enviciado en el juego. Alcanzó mucho
éxito por el trazado de los personajes y la naturalidad de su lenguaje
coloquial. De 1788 es La señorita
malcriada, la variante femenina del tema anterior. En ambas comedias mantiene la tesis de que la
naturaleza del personaje viene dada por el medio en el que se desenvuelve.
Leandro Fernández de
Moratín escribió El
viejo y la niña en 1786, La comedia
nueva o el café, de 1792, sátira contra el tipo de teatro que deseaban
combatir los neoclásicos: más que el teatro barroco, su degeneración
dieciochesca.
En La mojigata nos presenta la hipocresía de una chica que finge ser
muy religiosa cuando en realidad tiene muchas aventuras.
El sí de las niñas, de 1806, es una obra en la que retoma el tema de los casamientos
desiguales de niña con viejo. En ella Paquita, recién salida de un convento, es
obligada por su madre a casarse con el viejo Don Diego, pero ella está
enamorada de un joven que resulta ser el sobrino de su futuro marido, a quien
llama pidiendo ayuda. Acude él y al
conocer a su rival, está dispuesto a renunciar a su amor. Don Diego replantea
la situación y permite, como voz de la experiencia, que los jóvenes se casen.
Esta obra sigue escrupulosamente
las reglas, con naturalidad y sencillez. Los diálogos son espontáneos y los
caracteres están muy bien trazados. La intriga se mantiene hasta el final.
Juan Pablo Forner también escribió comedias.
4.
LA COMEDIA SENTIMENTAL O LACRIMOSA:
Procedente de Francia, combina
elementos cómicos y sentimentales (pero no llega a lo trágico ni a lo
dramático) para conseguir su propósito moral o pedagógico bajo un final feliz.
Seguía los ideales lingüísticos de sencillez y las unidades clásicas. Quería
lograr la verosimilitud del sentimiento, sin llegar al ridículo y la enseñanza
moral que echaban de menos en los autores barrocos.
La comedia más importante perteneciente a este género es El delincuente honrado, de Jovellanos. Aparecen en esta comedia
dos personajes que son dos conceptos diferentes de la ley: Don Justo, que
observa la ley y procura adaptar a ésta valores morales; y Don Simón, que se
limita a aplicar las normas sin ningún tipo de análisis. Por supuesto, la tesis
del autor, que sigue a Montesquieu está a favor de Don Justo y la aplicación de
la ley en función de los usos y costumbres de cada nación. Se trata de un
concepto de justicia humano y flexible y un concepto de las reformas que puedan
hacerse no radicales sino progresivas. Jovellanos
conocía muy bien la obra de Beccaria: De
los delitos y las penas, obra donde aparece la idea de que las penas tienen
que ser proporcionales a los delitos. Respecto al tema de los duelos, ambos,
Jovellanos y Beccaria pensaban que había que castigar al retador y no al
retado. Aunque en esta época se condenaba a muerte al superviviente del duelo,
éstos no disminuían y es que era más fuerte la costumbre que el miedo a morir.
Había que educar a toda la sociedad.
5.
EL TEATRO POPULAR: DON RAMÓN DE LA CRUZ:
Pervive en el siglo XVIII una
forma de teatro popular, el sainete. Es una pieza en un acto y cómica; se trata
de la forma dieciochesca del entremés, que se representaba intercalada en una
obra extensa o al final de ésta. Concedía gran importancia al elemento visual y
espectacular del teatro y por supuesto, estaba al margen de las unidades
dramáticas y contenía rasgos de pintoresquismo y de costumbrismo.
Hay que hablar de la intención
satírica y moralizadora del autor, que se limita a los aspectos más
superficiales y simplemente cómicos: médicos, abogados, clérigos, beatas,
viejos verdes, maridos dominados por sus esposas, etc. Don Ramón de la Cruz no
era un ilustrado, su finalidad es la de divertir. Evidentemente, los
reformadores lo criticaron, siendo los más hostiles Moratín, Iriarte, etc.
Los temas tratados en los
sainetes están encabezados por los de la vida de la Corte: El rastro por la mañana, El Prado por la noche, Las tertulias de
Madrid, Los pobres con mujer rica, La república de las mujeres, etc.
Lo más valioso de su estilo es la
viveza de los diálogos.
4. OTROS GÉNEROS:
Es casi obligado hablar de uno de
los primeros ilustrados: Gregorio Mayáns
y Siscar, que fundó los estudios de lengua y literatura castellana y fue
quien trasladó las premisas científicas dieciochescas al campo de las
humanidades.
Fue editor y comentarista de Nebrija, de Luis Vives, de Fray Luis de
León, entre otros. Y es el autor de la
primera Vida de Miguel de Cervantes y
de una Gramática latina en
castellano, en defensa de la lengua vernácula.
En el campo de la Historiografía destacó el Padre Enrique Flórez con su maravillosa obra España Sagrada, iniciada en 1747, y con veintisiete volúmenes.
5. CONCLUSIÓN:
Es probable que en cuanto a
calidad estilística, este siglo sea inferior a otros, pero desde luego no
podemos quitarle el mérito indiscutible que tiene este Siglo de las Luces: el
intento, a veces fustrado, de renovación ideológica, científica, política,
religiosa, literaria y artística. Gracias a la lucha de estos ilustrados España
avanzó en todos estos terrenos, no logró ponerse a la altura de Europa, pero
hizo el gran esfuerzo de intentarlo y gracias a ellos, es posible que hoy no
nos retemos en duelos en medio de la calle y no nos vengamos de nuestros
vecinos para defender nuestro honor con un castigo tan terrible como la muerte.
Esto se lo debemos a pensadores como el Padre Feijoo, el Padre Sarmiento,
Jovellanos, Iriarte, Moratín, etc. y también debemos mucho a Don Ramón de la
Cruz, que sin duda alguna, nos enseñó a reírnos de nosotros mismos de una forma
sana.
La Ilustración enseñó a
progresar, se trata de la conquista de la libertad.
Respecto a los distintos
subgéneros que encontramos en este siglo, hay que decir que Neoclasicismo y
Prerromanticismo tienen en común la ideología y la actitud rebelde, pero eligen
distintas formas. Incluso podríamos considerar que la Ilustración tiene un tema
prerromántico, pero con forma neoclásica.
El siglo XVIII es un siglo muy
grande que se merecería más de un tema en este temario oficial.
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