COMENTARIO
DE TEXTO
(1º BACHILLERATO
Según vayamos trabajándolo, lo iremos mejorando y ampliando. Esto es sólo un guión para que no os asustéis.)
Hacer
un buen comentario de texto implica tener un amplio conocimiento de todos los
niveles de la Lengua y para esto, hemos dedicado ocho meses. A lo largo del
curso hemos hablado de Pragmática, Fonética, Morfología, Sintaxis, Semántica y
Tipología Textual, además, de haber trabajado bajo los mandatos de la
Estilística y tener “controlados” los mecanismos de extrañamiento literarios
por los que, ya, no se nos escapa la presencia de metáforas, sinécdoques,
oxímoros y otras figuras retóricas que sabemos que aparecerán.
En
primer lugar, me gusta comenzar por la Pragmática. Aquí estudiamos la
organización interna del texto a partir de la coherencia y de la cohesión
textual: se delimitan las franjas que son narrativas, descriptivas,
expositivas, argumentativas o dialogadas y qué parte es conclusión o
anticipación de otra.
Todo
esto nos permite trazar la progresión temática y relacionarla con los campos
semánticos. Así, veremos si nos hallamos ante una estructura inductiva,
deductiva, lineal o encuadrada.
Debemos
estudiar siempre la adecuación (verificar
si el registro es adecuado atendiendo a la situación comunicativa); para ello,
debemos observar el registro, el vocabulario empleado por el autor, las
fórmulas de cortesía, la corrección gramatical y la presentación (se basa en la
claridad, legibilidad, ordenación, tipografía, márgenes, gráficos, dibujos…)
En
segundo lugar, debemos estudiar la coherencia
(propiedad resultado de la acción conjunta y cooperativa de emisor y receptor);
la coherencia se consigue con los siguientes mecanismos: unidad clara de
significado, ideas expresadas de forma lineal, evitar discordancias e
incoherencias, reconocimiento de una macroestructura (inductiva, deductiva,
lineal o encuadrada). Además, debemos reconocer fenómenos posibles como
ambigüedades (ej: Vi un perro corriendo por la calle), tautologías (ej: Es muy
cotilla porque cotillea), evidencias (ej: Mi gato tiene cuatro patas) o
repeticiones innecesarias (ej: Llegó y se sentó, y se preparó un bocadillo y se
lo comió).
En
tercer lugar debemos estudiar la cohesión.
Se trata de la propiedad textual por la que los textos se nos presentan como
unidades trabadas mediante mecanismos de orden gramatical, léxico, fonético y
gráfico. Es el emisor quien la establece y el destinatario la reconoce. En esta
propiedad de los textos debemos tener en consideración:
-
La anáfora: un elemento remite a otro
que ha aparecido anteriormente. Puede realizarse mediante pronombres o mediante
proformas (pronombres, proadverbios, proverbos o proformas léxicas). Todos estos
recursos nos permiten formar un todo unitario.
-
La catáfora: mecanismo por el que una
unidad del texto remite a otra que aparece posteriormente. Se establece así una
relación interpretativa entre dos elementos por la que el primer elemento
adquiere sentido por su relación con el elemento que viene después.
-
Repeticiones de palabras (sinonimia y
antonimia)
-
Pronominalización.
-
Hiperonimia e hiponimia.
-
Elipsis.
-
Utilización de conectores para ordenar
el discurso.
Una vez que tenemos las propiedades
del texto estudiadas, debemos hacer un repaso por los seis elementos de la
comunicación, ya que, no debemos olvidar en ningún momento que todo texto es un
mensaje comunicativo que un emisor ideó para que un receptor decodificara su
significado en un contexto determinado, con un canal seleccionado previamente y
con un código que ambos (emisor y receptor) deben compartir.
Ahora debemos pasar a hacer un
estudio de la Morfología. Rescatamos nuestro conocimiento teórico y
hacemos un estudio de las categorías gramaticales. Así, debemos seguir un orden
que nos facilite dicho estudio. Personalmente me gusta que comencéis por los
sustantivos y que “echéis un vistazo” general a las dos principales características de esta
categoría: formal y semántica (sobre todo, debéis analizar qué sustantivos
predominan por su significado: comunes, propios, individuales, colectivos, concretos,
abstractos…); esto os va a dar pistas acerca del tema del texto. A continuación,
podéis analizar la adjetivación (grado que predomina, anteposición o
posposición). Los verbos son fundamentales (si abundan, el texto será muy
rápido; si por el contrario, apenas hay verbos, el texto será lento; también es
muy importante hacer un análisis de su flexión para ver si hay predominio de
algún tiempo –los presentes y pretéritos imperfectos nos colocan ante una
narración, normalmente; las formas impersonales o pasivas reflejas, ante textos
expositivos, etc.-; igualmente importante resulta observar el modo en el que se
conjugan). No debéis olvidar observar si abundan los adverbios, las
interjecciones y las conjunciones. Todo esto lleva al terreno de la sintaxis.
Dentro de la Sintaxis,
tenéis que observar si en el texto predominan las oraciones simples o las
compuestas; y si dentro de la composición, hay un predominio de parataxis o de
hipotaxis, pudiendo concluir, dependiendo de una opción u otra, en que el texto
sea más o menos complicado gramaticalmente. Esto corroborará el tema, la
tipología textual y el manejo que el autor haga de la escritura (no va a ser
comparable un texto expositivo de una editorial de divulgación a un texto especializado
escrito por Fernando Savater, por ejemplo.)
Si el texto fuera literaria, hay
que estudiar las figuras retóricas que afectan a la sintaxis, tales como los
encabalgamientos, los hipérbatos, los paralelismos, quiasmos, anáforas, epiforas,
concatenaciones, asíndeton, polisíndeton, etc.
Cuando hacemos un estudio léxico-semántico
de los textos (nos habrá servido de ayuda el análisis morfológico que ya hemos
hecho previamente y el análisis de la coherencia), debemos atender a todos los
fenómenos semánticos que ya aprendimos en la primera evaluación: sinonimia,
antonimia, polisemia, homonimia, cambios semánticos, etc. y todo el juego que
esto genera. En este apartado resulta imprescindible también evaluar la
presencia de cultismos, de neologismos, vulgarismos y coloquialismos (que
también habrá sido descubierto cuando hayamos estudiado la pragmática en tanto
en cuanto, hemos estudiado el registro lingüístico utilizado). No sobra
repetirlo para encuadrarlo también en este apartado.
Si nos encontráramos ante un texto
literario con figuras literarias, debemos analizar todas aquellas figuras de
pensamiento o tropos que afectan directamente al modo de entender (decodificar)
las palabras: metáforas, metonimias, sinécdoques, sinestesias, oxímoros,
personificaciones, hipérboles, etc.
Fonéticamente
también hay que atender al texto. Debemos ser capaces de hacer un estudio del
sonido del mensaje. No sólo en cuanto a lo que literariamente conocemos (aliteraciones,
paranomasias, jitanjáforas…), sino que tenemos que tener en cuenta la
posibilidad de que en nuestro texto aparezcan aféresis, síncopas, apócopes,
prótesis, epéntesis, paragoges o metátesis (debido a múltiples causas), o por
ejemplo, la presencia de dialectalismos.
Mención aparte hay que hacer de
este apartado si nos encontramos ante un texto literario (sobre todo si fuera
poético), donde lógicamente, debemos analizar las figuras retóricas en toda su
dimensión, y explicar de forma detenida la presencia de aliteraciones,
onomatopeyas, jitanfáforas, paronomasias o similicadencias. Determinando los
versos de localización y su significado dentro del texto.
Si se trata de un poema, además,
hay que hacer un estudio detallado de la métrica (medida de los versos, estudio
de la rima y estudio estrófico).
Para cerrar nuestro comentario,
debemos elaborar un texto en el que recojamos nuestras aportaciones
fundamentales, que deben incluir: autor, tema del texto, tipología textual y
breve estudio de la época en la que el texto nació que justifique todas
nuestras ideas. No será lo mismo estudiar el “carpe diem” de un soneto de
Garcilaso, que estudiar el “carpe diem” de un texto de Luis Alberto de Cuenca.